domingo, 4 de diciembre de 2011

SEXOGRAFIAS: Confesiones de ex "Brujas" y ex "Ogros"

ROSA M. L. ex Bruja
¿Sabés lo que es estar harta? Claro, vos, como hombre lo ves de otra manera. Del otro lado. Mirá, te doy un pequeño detalle: a mí no me gusta el fútbol. Para nada. Ni lo entiendo, ni me importa. ¿Qué cómo me casé con un fanático? José no era así. Se soltó después. Sí; miraba un partido de tanto en tanto. Como cualquier tipo. Lo normal, bah. Pero esto es solo un detalle, un pequeñísimo ejemplo de lo que parece ser y no es. O mejor dicho: lo que venía agazapado en el envase y no se mencionaba en el prospecto, entendés. Ahí también venía el “ogro”, sí, no te rías, propiamente un “ogro”, y no era que tenía que frotar la lámpara para que apareciese el genio, bueno, el mal genio, ¡salía solito! Un “ogro” con mal aliento incluido; sucio, desarreglado, de un humor imposible, malos modos, en fin…un “ogro”. Se “volvió” machista y para colmo, esto sí que ya me daba…asco: pajero. ¡La cantidad de páginas porno que tenía en su computadora era de escándalo! No sé…¿Cómo se sentirían ustedes si nosotras nos la pasásemos mirando tipos jovencitos con unas tremendas...? ¿A qué los pondría enfermos?
Con Felipe es diferente. Es un intelectual…es amoroso. Hasta se sienta en el inodoro para no mear afuera. Lo importante es que él hace su vida y yo la mía. Esa es la clave. No me pone cara de “ogro” cuando vuelvo tarde, o se me ocurre ir sola al cine…o no hice la comida. Es libertad, sabés, li-ber-tad.
Con José tuvimos dos hijos, y los dos están muy bien. Se llevan bien con Felipe –como él no tiene ninguno los quiere como si fuesen de él, con sus límites, claro-. José no llevó bien el tema de la separación. Al principio yo tampoco, imaginate, después de casi veinte años. Felipe me ayudo mucho. Si no fuese por él, no sé…me ahogaba, sabés…parecía que vivía la vida de otra a la fuerza, sí, a lo último sentía que estaba cumpliendo una condena. Me decía a mi misma: “Esperá, aguantá un poco más, cada vez falta menos”. No sabía para qué, pero sabía que un día se acabaría el suplicio. No, no exagero, un verdadero suplicio. Ustedes no tienen ni idea de lo insoportables, insufribles, ¡pesados! que pueden llegar a ser…ni idea. ¡Encima nos llaman “brujas”! Voy a ver a la “bruja”; a ver qué cocinó la “bruja”; lo que pasa es que la “bruja” no me planchó la camisa…”la bruja”. Ahí tenés a la “bruja”, a ver quién te aguanta ahora…La verdad es que recordar ciertas cosas me saca de quicio…me vuelve una “bruja”, já. Otra cosa que me viene a la cabeza es la mirada perdida. Les hablás de cosas que para una son importantes, y deberían serlas también para él, como la salud de los hijos ni más ni menos, y te das cuenta que tienen la vista posada en vaya saber que estupidez…¡Como vos ahora! ¿Ves? Es eso…ustedes son así, tal cual. ¿Felipe? El me escucha. ¿Qué un día se convierta en ogro? Le doy una patada en el culo, y mucho más rápido…¿Vos te crees que me voy a pasar los últimos años de mi vida con otro marmota? No, no…Te aclaro una cosa: a nosotras no nos basta con que lo “haga bien”. Llega un momento en el que sin mucho mimo, pero mucho, eh, no hay modo de tener ganas…a ustedes se les para y listo ¡a la carga! Creen que somos un recipiente…A la única previa que le prestan atención es a la del clásico del domingo…Y del después ni hablar, se dan vuelta, y a roncar…”Ogros”…Ahora, eso sí, cuando ya te hartaste, cuando ya pasaste ¿cómo dice la canción? ¿”Mil noches en vela”? Sí; la del Sabina, esa…Cuando decís basta, hasta aquí llegué, aparece como del fondo de la historia un tipo que apenas se parece a aquel del que te enamoraste, porque apenas se parece, y no porque esté viejo sino porque una cambió, sabés, y ya hoy no te casarías con un tipo así…la verdad…Y te viene llorando: “que por qué ahora”, “qué por qué así”…no se dan cuenta. ¡Creen que es la mamá la que los abandona! ¡La mamá! Ni en ese instante son conscientes…Eso sí, te termina de reafirmar en lo necesario y urgente de tu decisión. Y lo que te decía antes, yo ya tengo dos hijos, suficiente, cumplí con la sociedad y la naturaleza, listo…
¿Si tengo miedo de terminar sola? Si viví tantos años sola, soportando a un semi desconocido en mi cama que no sabés con qué te va a salir…¿miedo? No, no, miedo tenía antes, además te voy a decir algo que le escuché a otra mujer: No hay peor soledad que la soledad compartida.

JUAN E.G. ex Ogro
Reconozco que tenía razón, digo, la Mirta cuando se separó de mí. Bah, se fue. Es cierto que me llevó un tiempo asumirlo, sabés, un tiempo con Normita, otro con Julieta, otro con María, y otros tres o cuatro tiempos más cortos con…bueno, no me acuerdo de todos los nombres…todas buenas pibas, eh, muy buenas pibas. Con Julieta me hubiese casado, ves, pero ella también venía muy golpeada. Y sí, el “dorima” la “fajaba”. Eso sí que es duro. Nosotros somos de otra generación, una mezcla. Por un lado el Rock and Roll, el amor libre…todo eso…y por otro somos como la vieja guardia del tango, con conceptos más bien arcaicos; el orgullo de la familia “unita” como decían los “tanos”. El rol del hombre en el trabajo, el rol de la mujer en el hogar…Rock por un lado y rol por otro, parece joda, já. Pero es así. Volviendo a “lo de Mirta”, sí, al final le di la razón. Al final me refiero a más de un año después. Igual te quedan pequeñas cositas…resentimientos…¿Viste el dicho “el que se quema con leche ve una vaca y llora”? Bueno, eso. Yo veo un gesto, un ademán, cualquier síntoma de acritud, y me digo: ahí está la “bruja”. No les aguanto una. Con Normita me agarré un calentón bárbaro. Claro, hacía muy poco que me había separado y andaba, ya sabés…imaginate, quince años de casado con sus buenas y sus malas…bueno, Normita me invitó a quedarme a dormir dos o tres fines de semana en su casa, al cuarto, un domingo, me acuerdo, a la mañana, salí del baño y entró ella, y así como entró, salió hecha una…una “bruja”. El rostro transfigurado, nada que ver con la “sonrisitas”…propiamente una “bruja”. Que fuese la última vez que dejaba esas gotitas en el suelo…yo estaba medio dormido, che, ¿me entendés? Pero ahí me desperté del todo. Agarré mis ropas, le di un beso, y le dije que la llamaría…algún día. Una cosa es que te lo digan bien y otra que entren en confianza como para sacudirte un escobazo. En realidad no lo piensan, son pura hormona. Y eso es lo que sucede desde que me separé: No puedo ver a una mujer sin imaginarme la “bruja” que llevan dentro. A veces hasta calculo, depende de la historia que me cuenten, o como la cuenten: ¡Hum! Esta se convierte en un mes, ésta en un par de años, ésta otra no va a tardar ni dos días. Y trato de moverme dentro de esos límites. Por ahí me equivoco. Pero ya tengo ese estigma. Supongo que ellas también harán sus propias cuentas, pero seguro que apuestan a que van a transformarnos, bah, a someternos. Yo no apuesto ni una moneda a cambiar a nadie. Y nada de culpas, eh, nada de eso que nosotros las volvemos “brujas”. Si son, lo van a ser siempre. Te doy un consejo: nunca seas condescendiente con una “bruja”, es peor, se crecen, y no van a parar de darte escobazos. Cuando ya se cansen y vos estés tirado en el suelo, encima, van a decir que te dejan porque eres poco hombre para ellas. Son tan “brujas” que si pueden dejarte inutilizable, mejor. Lo mío ahora es cuestión de subsistencia pura y dura. ¿Qué hay que darse otra oportunidad? Yo me la doy, cómo no, pero dentro de los “límites” de los que te hablaba antes. Si todavía estoy tratando de sacarme la cara de “ogro” y de pelotudo que me quedó con Mirta. La de pelotudo es más difícil, es de nacimiento. Eso es como la ciudadanía Argentina. No me hago la víctima, además, que tenga cara no quiere decir que lo sea…totalmente. Es que quedás un poco resentido, la verdad. Quedás re sentido, o sea que sentís más las caricias…y los sopapos, sos más permeable.
¿Miedo a terminar solo? No, por lo menos, por ahora no. Además “mejor solo que mal acompañado”, ¿No? Mirá, el que dijo eso, seguro, pero seguro, vivía con una “bruja”. Aunque le escuché a un tipo una cosa mejor: No hay peor soledad que la soledad compartida.

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