domingo, 18 de diciembre de 2011

¡Facebook me mata! -parte uno-

Más que una obsesión. Nos hemos vuelto adictos al punto que ya ni miramos el Hotmail…ni siquiera el youtube. Todo es Facebook: el correo, las noticias, el chusmerío, los vídeos, los juegos…Hay gente que vive paranoica y ante el mínimo click del móvil de alguien haciendo una foto, se desesperan: “Eh, eeehhh! No vas a meter esa “fotito” en Facebook, ojo…”. Si van a una fiesta están con un ojo en algo que les interesa y otro en los flashes.
En otra entrada de mi blog, hablé de las “ex” y los “ex” en FB. Pero el universo de pasiones y soledades de este nuevo “juguete” de la comunicación no tiene límites. Si bien es cierto que la mayor parte, el grueso de la información que circula por su escaparate es sólo eso, es decir, un asunto virtual, hasta en lo aparentemente afectuoso o comprometido, que por lo general se queda en apariencia y mera gesticulación de una simpatía que no es tal…se trata más bien de “estar”, de decir “presente”. Aún en asuntos intrascendentes para el propio autor de la foto, el chiste, la noticia, la denuncia o lo que sea. Pero ahí ya aparecen tres o cuatro con su “me gusta”, y algún que otro haciendo un comentario menos trascendente aún, o deliberadamente egocéntrico, que no viene a cuento de nada. Y a este también se le cuelgan un par de “me gusta”. ¿Por qué no? Si es gratis, y rápido. Un toque y ahí estamos, sumando nuestros nombres. Aunque más no sea para llamar la atención de alguien que diga: “¿Quién es este?”, entonces se mete en tu perfil, ve tu información y: “Ah, mira, le gusta Woody Allen y Bukowski…intelectual…le solicito amistad!”. O si no: “Ah, mira, le gusta Woody Allen y Bukowski…carroza…qué aburrido, puaj!”. Y así crecen las amistades como setas. Los “amigos”. Mi experiencia reciente en cuanto a este temita del “compromiso” virtual me a mostrado una cosa curiosa: si dicen que “quizá asistan” (a tu recital, por ejemplo), es seguro que no van. Y si ponen que van a asistir, casi seguro, tampoco van. Muchos se quejan luego, y hasta aparecen los que se habían “comprometido”, poniendo un “me gusta” ¡a la queja! “Falluterías” al margen, hay quienes, claro, no asistieron por verdaderos motivos, pero sí es verdad, lo he cotejado, la mayoría lo hace (poner que van a ir) por “cortesía”. Así pues muchos artistas, escritores, etc, confían, y promocionan, su espectáculo o su estreno, o la presentación de su obra, imaginando un lleno total. Resultado: Van un montón de desconocidos que se enteraron de “boca en boca”, y de los virtuales ¡ni el tato! ¿Los virtuales?, los “amigos”, por supuesto.
¿Qué pasa con otros tipos de citas? Bueno, eso es un tema, como diría Einstein, relativo. Si es uno a uno, o uno contra uno, o sobre uno, la asistencia tiene un alto poder de convocatoria. Aunque de artístico poco, parece que de satisfacción bastante, y el “me gusta” queda relegado solo y exclusivamente a los dos participantes. Aunque no falta el comedido que mete su “me gusta” donde no le corresponde, y su comentario donde tampoco le cabe.
En política más de lo mismo. Sin excepción de ideologías, aunque hay unas que tiene más tirón que otras, of course. La cantidad de gente que se adhiere a propuestas “revolucionarias”, “contestatarias”, “protestatarias”, y de otras “arias”, es casi infinita. Además de las subidas de tono en los comentarios: “Sí, hay que matarlos a todos ¡a por ellos”. Y yo estoy convencido que lo ha escrito un tipo –o una tipa-, muy repanchigado en el sofá de su casa, en el intermedio de la peli que miraba. Tal vez una de Chuck Norris, o de Jean Claude Van Damme. Vamos, que su compromiso duraba los cinco minutos de tanda publicitaria.
¿Con los animalitos? ¿Y las plantitas? Igual. Igual, si es que el asunto es muy simple. Excepto el que se ha molestado en “colgar” la propuesta, y quienes la han compartido, el resto se suma con un automatismo digno de asombro. Diez segundos después lo único que le recuerda que le dio al “me gusta” en el proyecto de enviar una sonda a la luna con semillas de amapola en su interior, o de juntar dinero para una expedición ecologista a la cima del Himalaya para colgar un cartel de papel, por supuesto ecológico, que diga de la importancia de preservar la extraña variedad de caléndulas que está a punto de extinguirse en el Mato Grosso, digo, lo único que se lo recuerda es que aparezca el “ a ti y a otros dos mil más le gusta”.

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