Hacía tiempo que no recorría estas calles virtuales. Éstas,
las del cincuentaenuno. Y se me acumulan los textos manuscritos apuntados en
mínimas libretas que además lucen desconcertantes garabatos. Algunas hasta
parecen ideas. Otros sólo un acto de impotencia. O memorias de sueños. Que ya
no recuerdo. Hubo un tiempo en el que había decidido dejar este blog con
cincuenta textos. Punto. Pero el sitio me llama, insiste. Y una vez sobrepasada aquella cifra ¿para qué poner
límites? Así que de vuelta. Es cierto que los variados oficios que debo ejercer
para la pitanza diaria me alejan, y que además me he puesto a editar –veinte años
después- una revista, La Hoja de Malasaña, y que aparqué las canciones porque
el relato que va camino de novela –tal vez- me absorbe mentalmente de un modo
sano, pero feroz. La ferocidad de un contenido que precisa hasta del último
grano de mis profundidades y mis islas. Mis ogros y brujas. ¿De qué va? Pues, a
ver…el titulo quizá sugiera bastante: “Crónicas Tragaperras”. A propósito de esto armé otro blog, homónimo,
en el que se puede olisquear el asunto. Y buscar un enlace para descargar -a
ebook- los primeros diez capítulos. Intensos. Según me han dicho los que ya los
han leído. Con todo, de todas formas, en medio de matanzas, erupciones,
elecciones, amenazas, seísmos, cinismos, cenizas volcánicas…lo de siempre. Estoy
de vuelta.