miércoles, 25 de mayo de 2011

Sexoncerías: Los apodos del jefe

Antes de nada y para meterme -nunca mejor dicho- de lleno en el tema, voy a hacer un breve repaso -digo breve, no corto, eh-, de los apelativos más usuales del órgano másculino, a saber: pinga, garrote, palo, polla, pija, pica, pico, poronga, lingote, péndulo, ganso, pelado, punta, espada, sable, verga, pitín, choto, chota, rifle, pistola, pistolón, pito, barrena, barrote, colgajo, chorizo, sardina, brótola, chocolatina, morcilla, pepino, chizito, ñoqui, pájaro, gallinazo, manija, cardán, garompa, gato muerto, vaso tubo, el amigo, el muchacho, flauta, clarinete, salchicha, salchichón, embutido, zanahoria, plátano, palanca, pindonga, pete, achura, pedazo, calvo, tripa, tripa gorda, arcabuz, sacabuche, tercera pata, rábano, vergamota, monito tuerto, condorito, obelisco, manguera, muñeco, salami, guanaco, sin cogote, monje capuchino, nutria, cíclope, torno, rabo, turrón, cañón, fideo...¡Uf! y fui breve, que no corto. Pero viene a cuento: no hay en nuestro universo -masculino, ya hablaremos de más_culinos-, nada o casi nada que no nos remita a ese elemento que rige nuestro destino. Porque nadie dude que lo rige ¡y cómo! Sino que se lo pregunten al ex Terminator, o al ex director del FMI. O a Clinton. O a Berlusconi. Tanto calificativo que le dispensamos tiene una razón de ser: el trato cariñoso con nuestro jefe. El es el que manda qué duda cabe. El no es el apéndice, todo el resto somos el apéndice de EL. Nos necesita para que lo llevemos de aquí para allá; para que lo sujetemos cuando es necesario; que lo mimemos cuando se siente solo y lo vistamos cuando realiza una misión peligrosa. El elige quién nos va a gobernar, o sea ella, o la de ella. O él, que es otro igual pero con más carácter. El "tipo" decide y lo demás acatamos. Miente quien dice que tiene un absoluto dominio sobre El. Hablo del propio. El, simplemente se toma un descanso y deja al resto que desarrolle las actividades prioritarias para su normal subsistencia. Pero tampoco descansa demasiado. No. Está alerta como los gatos, nunca duerme profundamente. Sabe que en el momento que deje de señalar un objetivo, todo el resto puede caer en la anarquía: la panza pidiendo y pidiendo más, y más. Los pulmones a por tabaco. El higado a por cerveza. Cada cual a su bola, y el corazón hecho un manojo de nervios. Si El no está contento, el resto sufre.
Tuve una vez la lamentable experiencia de observar, sin ser visto, una situación bastante ejemplificadora, y penosa, todo hay que decirlo. Sucedió en una revista en la que trabajaba, descubrí al que era el secretario de redacción, muchacho putañero como pocos, dentro de su pecera, hablándole a El, a su EL, que a la sazón reposaba fuera de la bragueta. Sus palabras, las del apéndice, fueron muy claras, y tristes, casi una confesión y un pedido de clemencia: "me vas a matar...me vas a matar", le decía.
No voy a negar que debí contener la carcajada, pero luego, con el tiempo, entendí el significado de la escena. Le hablaba al jefe. Al verdadero jefe. Ahora espero que mi apéndice haya escrito bien lo que le estoy dictando...Es que no sirve para nada, si no fuese por mí ya estaría tirado en algún portal...

martes, 24 de mayo de 2011

"Viejbook"

Cuando sientas dudas de los pasos que pudiste haber dado en algún momento de tu vida, entra en Facebook y busca (si aún lo recuerdas, claro), el nombre y el apellido de aquel o aquella con quien tuviste algo más que una aventura. Una antigua pareja, bah.
Una imagen vale más que mil palabras, dicen. Y en ciertos casos más que mil. Tal vez no despeje todas las dudas, pero algunas, ni lo dudes. Es un ejercicio de boyeurismo más, de los millones que se hacen a diario, con la excusa de mirar las "noticias" en internet. En este caso las "noticias", pueden ser dos: "de lo que me salvé", o "lo que me perdí".
Cuántas noches te habrá desvelado la idea de lo que hubiese sido tu existencia de haber dicho un "si", un "no", o nada. Cómo hubiese sido el camino con tantas posibilidades, y tan variadas opciones bifurcándose segundo a segundo. Imposible de imaginar. Cuál paso llevaba a la felicidad. O la muerte. O las dos cosas.
Hay quien dice que preferiría un instante de felicidad a una larga vida de amargura. En lo particular elijo una larga vida aunque no haya mucho de lo uno ni de lo otro. Que después de todo es lo usual. Pero esto ya es terreno de la filosofía...a mí me interesa el fenómeno de Facebook: Es la enciclopedia de populares desconocidos, como yo, contando sus éxitos y sus vergüenzas. Un caleidoscopio en donde exponemos partes de nuestras miserias con la frívola esperanza de encontrar, o ser encontrados, otras almas igualmente de desesperadas. O no.
Amores antiguos. Tan antiguos que ya no son amores sino fantasmas melancólicos de besos perdidos y caricias ajadas. Un cariño que se ha convertido en una foto amarillenta pegada en la lápida de sueños fallidos. Pero también hay milagros, cómo no.
Qué seríamos sin milagros. Y el milagro, a menudo, por fortuna, es hallar amor. Sin cursilerías. También para eso está la red, toda una fuente en la cual refrescarnos de décadas de escepticismos. Aunque se vuelva, por momentos, en un océano de utopías y egocentrismo. Una exagerada, y a veces patética, ilusión de haber vencido, al fin, a la vejez, la ausencia y la soledad.
Es un púlpito, un escaño, un escenario, un plató, una plaza y hasta una cama. Las palabras pueden ir de agudas a esdrújulas en un abrir y cerrar de ojos. Evocar paisajes geográficos, espaciales, moleculares, espirituales, o simplemente humanos. Íntimos.
Pero en eso de buscar amistades (y otros tipos de relaciones) las sorpresas pueden ser mayúsculas. Casi nadie es el que era. Y menos aún el que soñaba ser. ¡Ah, la realidad! Esa maldita. La perversa e implacable. Es cierto que muchos se esmeran en poner la mejor foto a su perfil. No, no va a poner, por supuesto, la de un lunes por la mañana con las ojeras de la resaca de la noche anterior, y los pelos enmarañados del revolcón consiguiente. Además, ¿quién se animaría a sacarte una foto en ese estado?
Tampoco es simpática, aunque sea honesta, una imagen que evidencie los estragos del tiempo: arrugas, bolsas bajo los ojos, calvicie decorada con canas -en donde queda pelo, claro-. En estos casos mejor poner la foto de un cachorro, en lo posible no humano; un perrito o un gato. Por lo menos sugiere ternura. Y si es lo que andas buscando, ni pensarlo: ¡un bicho! Y si te encuentra un amante arcaico, que piense que te has muerto y has reencarnado. Un bicho siempre es mejor que uno mismo, si uno se siente un bicho.
Otro ítem a tener en cuenta es la "actividad". Si apuntabas para médico y tu carrera se truncó de forma prematura, no vas a poner "taxista" -con todos mis respetos a dicho trabajo-. A menos que quieras publicitar tu servicio de 24 horas. Todos los oficios son dignos, si se ejercen con dignidad, hasta el "oficio" de político, que también hay gente honorable, claro. Como entre los ladrones. Pero volviendo a la red, una cosa es comentar como te ganás la vida y otra, muy otra, andar contando miserias. ¡Eh! Que ser repositor en una cadena de supermercados no es nada vergonzoso, aunque tengas cincuenta y todos los que te conocían desde los veinte pensaban que eras gerente de una sucursal del Citibank. Pero para todo hay alternativas, veamos: "supervisor general de mercaderías perecederas de multinacional alimenticia" ¿Qué tal? Que es casi lo mismo que "repositor en el supermercado Día". O también "controlador de material altamente contaminante re direccionado a zonas protegidas", o sea "basurero". No mientes y te da cierto status.
Para los jóvenes la cosa es muchísimo más sencilla: cuánto más desarrapados y aspecto abandónico, mejor. Los "mayorcitos" cuánto más nos esmeramos en corregir nuestra imagen, más sospechosos. ¡Y el lenguaje! Si pretendemos estar a la moda y escribimos tonterías enlazadas a un "me gusta", por ejemplo, casi siempre quedamos descolgados, o colgados, como paracaidistas. Si por el contrario damos cuenta -con más o menos altanería- de nuestra experiencia de vida, aunque sea de un modo afectuoso, casi paternalista; veremos cómo desciende nuestro caudal de "amigos".
Por eso se me ocurrió hacer un "Viejbook", solo para mayores de ¿cincuenta? Luego me arrepentí al pensar cómo sería:
Hombres.
Comentario 1: "Hoy me hicieron el estudio de la próstata".
Cinco o seis "me gusta".
Comentario 2 irónico: "¿Y? ¿Te gustó, eh?
Otros seis o siete "me gusta".
Mujeres.
Comentario 1: Me parece que estoy "menopáusica".
Comentario 2: "Embarazada no vas a quedar, já".
Tres "me gusta".
Comentario/respuesta 3: ¿Embarazada? ¿De quién? ¿Del Espíritu Santo?
Varios "me gusta", y pulgares hacia arriba.
Y esto siendo optimista, porque pueden ser peores:
Comentario 1: ¿Te acordás de fulano?
Comentario 2: ¡Sí!
Comentario 3: Se murió...
Un "me gusta" de alguien que también lo conocía bastante, o cliqueó de vicio. O presbicia.
Problema extra de los "maduritos". Nuestra falta de dominio de las nuevas tecnologías.
Casi siempre cliqueamos cualquier cosa. ¿Y esto? ¿Por qué me "sale" esto?
El "Viejbook" tendría que tener un diseño especial. Para viejos. Imprescindible cartelitos XXL, y que se abran a la quinta vez que los pulsamos, y aún así, tiene que salir un cartel más grande que nos pregunte claramente "¿Está bien seguro que "esto" le gusta? También deberían agregarles cartelitos de salud:
"Homeopatía", "Cardiología" -para casos de urgencia-, "Traumatología" -por si no puedes levantarte de la silla-.
No sería muy divertido, pero nos levantaría el ánimo saber que hay casos peores que el nuestro. Y además, quizá, algunos estaríamos entre los más jóvenes.
Por lo menos al principio.

domingo, 15 de mayo de 2011

Tópicos II - Simplificaciones y lugares comunes de lo politicamente incorrecto. O no.

Ser de izquierdas es bueno.
Ser de derechas es malo. Y si no lo eres pero tampoco eres de izquierdas
eres medio rarito tirando a facha.
Todo lo que suene a solidaridad es de comunistas.
Todo lo que suene a no serlo es de derechas. o facha.
Los pobres son buenos.
Los ricos son malos, aunque antes hubiesen sido pobres.
Las minorías tienen más derechos que las mayorías porque son minoría, ¡pobres!, aunque los ricos son minoría y los pobres mayoría, y los pobres tienen toda la razón.
La gente de izquierdas es linda.
La gente de derechas, no.
Toda la culpa es del lobby judío.
Los judíos son avaros y de nariz grande. Excepto Bar Rafaeli, que seguro es un producto del lobby judío. O al menos le hizo una cirugía estética un médico judío.
Los judíos son malos porque tienen un lobby.
Los israelíes son peores porque además son judíos, la mayoría. Por eso las minorías tienen más derechos: son árabes. En Israel, se entiende, fuera de allí, alrededor, en los paises árabes son mayoría los árabes, en este caso la minoría o sea los judíos en Israel no tienen razón. Aunque sea un país muy pequeño, y los pequeños en general son pobres, que no es el caso de paises europeos como Holanda, o Dinamarca. O Andorra mismo. Que no es un país. Pero es pequeño. Y el tiempo está a favor de los pequeños, cantaba un cantautor comunista de un país comunista, o sea de los pobres. Lo que vendría a ser a favor de los pobres porque también hay países pequeños que son muy ricos como Suiza. Que además está llena de bancos, y ya sabemos los banqueros...pobres no son.
Los indigenas son todos buenos. También los indios, de la India, que aunque es un país muy grande está llena de pobres. Una excepción a aquello de "el tiempo está a favor de los pequeños". En este caso, aunque también hay otros, es distinto. También está a favor de los grandes, el tiempo.
Los indios americanos, los del norte, son buenos excepto los que se alistaron en los marines y fueron a combatir en Irak. En Afganistan u otros sitos tal vez. Tal vez no.
Porque la guerra de Irak fue malísima.
La de Libia no, porque es legal. Y la de Afganistán, también. Tambiés es legal. O sea buena. Si lo dice la ONU está OK. Siempre. Con la única excepción del Estado de Israel. Ahí se equivocó fiero. Nakba, nakba -dicen los árabes-. Que la mayoría son pobres, aunque viven en sus propios paises, cuyos gobiernos no tienen nada que ver con el de Israel, pero viviendo como viven, los árabes, nunca se sabe. Por ahí sus jeques millonarios son invento del lobby judío.
Si Rusia invade un país es cosa de rusos.
Si lo hace China es cosa de Chinos.
Si lo hace Estados Unidos ¡es imperialismo puro y duro!
Los nacionalismos Vasco, Catalán y Gallego, son buenos.
El nacionalismo Español, facha.
Así como todos los negros son buenos y todos los blancos, no.
Todos los amarillos...son chinos.
Todos los pelirrojos tienen un padre o una madre negra, o una abuela, o un abuelo. Por lo tanto pueden ser buenos o malos, depende.
Todo los del sur son pobres. O sea, buenos.
Los del norte son ricos. O sea, malos.
Los del medio están en el caribe, y ya sabemos como se las gastan por allí: todo el día chupando y bailando salsa.
Todos los gobiernos del tercer mundo son corruptos, vendidos al imperialismo. Yanqui. No así Evo Morales, el presidente boliviano, que es indígena, y ahí no hay duda: es buenísimo. Seguro.
El de Chavez y el de Castro (Raúl o Fidel) son casos distintos ya que están en el caribe, y ya sabemos...
A propósito: Cuando estos países envían soldados a otro país es solidaridad revolucionaria.
Si es España: ayuda humanitaria.
Si es Estados Unidos: sangre por petróleo.
Si es rusia: de tovarich que son.
Si es Argentina: de boludos.
Los gobiernos de Cuba y de China no son dictaduras, son democracias comunistas.
Los gobiernos árabes tampoco son dictaduras, son...eso, son.
Los gobiernos africanos, depende, si son negros mejor no meterse para no ser tildados de racistas. Que no es el caso de Estados Unidos, que tiene un presidente negro, o bastante negro, pero es demócrata. No como su predecesor, Bush, que es repúblicano, y ¡mintió con las armas de destrucción masiva! No como Obama, que hace lo mismo ¡pero no miente! Hasta mandó a matar a Osama, y lo dijo y todo. En directo.
Según el ejército que te dispare, uno puede ser: asesinado, ajusticiado, abatido o martirizado. En todos los casos no te enterás de nada. Excepto aquellos que profesen una fé muy profunda. En ese caso por ahí se encuentra, después de muerto, con setenta vírgenes. Lo que podría llegar a ser un verdadero infierno. ¡Qué miedo!

Esta historia continuará...

miércoles, 11 de mayo de 2011

Tópicos

Si hay algo de bueno en llegar a los cincuenta -aparte del hecho en sí, que no es poco-, es esa curiosa autoridad que se presume, como no, por los años vividos. O vívidos. Supuestamente somos más sabios (tópico) y por lo tanto nuestra palabra tiene más relevancia, y un mayor peso específico (tópicos). En esa simple aritmética, por contrario, si tienes veinticinco, sabes muy poco de la vida (otro tópico) y además, seguro, eres comunista (tópico, si los hay). Nosotros -vejetes, carrozas, carcas-, conservadores (gran tópico).
Convengamos que la ideología no tiene que tener, menos en estos tiempos, una relación con la edad. Que no por ser muuuy jóven eres muuuy de izquierdas, ni ser de izquierdas te convierte en un adolescente. Aunque siempre hay casos raros en eso de la politica. De hecho sobran ejemplos en nuestra vida cotidiana que, si no son una regla, son bastante emblemáticos, veamos: Justín Biever es un cantante jovencísimo ¿es comunista? Personalmente lo dudo. En el otro extremo del ciclo vital, Fidel Castro. ¿Alguien duda que no lo es? ¡Ven! ¿Otro? Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, es un pibe, mucho de programación pero de materialismo dialéctico, cero. En la otra esquina: Vladímir Vladímirovich Putin. Sí, si, Putin. Hasta perteneció a la KGB ¡Mirá si no es comunista!
Sin embargo a todos los une el poder, o el dinero. O las dos cosas. Lo que no quita que pueda ser re comunista (¿tópico?).
La cuestión a la que quiero llegar, creo, es que estamos rodeados de tópicos. Tópicos para todo. De todos los colores y tamaños, en distintos idiomas, en diferentes regiones, en cualquier estrato social ¡tópicos! Los usamos para ocultar los pequeños o grandes baches de nuestro discurso. Cuántos más baches, más tópicos, y viceversa. Tanto sirven para un roto como para un descosido. Son versátiles y se adaptan a infinidad de cuestiones. Se estiran, se hierven, se gritan. Mientras cumplan el objetivo de taparle la boca al oponente, los tópicos, son imprescindibles en toda discusión. Y se desarrollan diálogos como éste:
-Israel es un Estado criminal!
-Pero si es el único gobierno democrático de toda esa región, qué decís..
-Mirá a los pobres palestinos de Gaza ¡es un apartheid!
-¿Qué? Si hasta les dejaron las infraestructuras de los colonos judíos, que el mismo gobierno de Israel sacó hasta por la fuerza y de forma unilateral!
-¡Já! Pero ahora los tienen bloqueados...
-El bloqueo es para que los islamistas que gobiernan Gaza no reciban armas ¡que usan contra Israel! ¡Viven tirando cohetes..!
-Lo hacen para defenderse de los israelíes que tiene muchísimas armas y aviones...
-Pero no están bombardeando todos los días las ciudades palestinas. Si fuese así no habría piedra sobre piedra...
-Lo hacen de a poco.
-¿Qué cosa?
-Bombardear...
-Solo responden cuando caen cohetes en su territorio...o le secuestran a alguien...
-Son cohetes caseros, artesanales...
-Lo serán, pero también matan y los disparan indiscriminadamente, donde caen, caen...
-Porque los palestinos son pobres y no tiene la tecnología que tiene Israel...
-O sea que si la tuviesen no necesitarían meterse de noche en casa de unos colonos y matarlos a cuchilladas, hasta a un bebé de meses...
-¡Los israelíes también matan niños!
-Nunca deliberadamente, ni por venganza. Y es imposible que no haya victimas civiles si son usados de escudos humanos...o de bombas humanas!
-¡Son martires!
-Entonces en qué quedamos.
-Que Israel es un Estado criminal!

Y así podríamos seguir siglos. Claro que alguien dirá que tengo una visión "carca" del asunto, o peor "facha" (el uso de este término sobrepasa ya lo de tópico al igual que "progre"). Será que los cincuenta afectan mis sentidos. Al igual que los tópicos. Los míos. Y los de los otros.


Nota: El autor de este blog fue jefe de arte de la revista de la Federación Juvenil Comunista Argentina. Y ha vivido en Israel.

martes, 10 de mayo de 2011

Marido en toda regla

Antiguamente -y hasta no hace mucho- al ciclo menstrual se lo relacionaba con la luna, así pues a la regla le llamaban "luna". Con la luna llena se producía la regla de las vírgenes y con la luna menguante el ciclo de las mujeres adultas (??). Pero eso es historia. Verdades y mitos que no hacen al propósito de mi reflexión (??).
No hay cosa que irrite más a las mujeres que mentarles la regla. Y en parte tienen razón, casi nunca lo hacemos con buena leche. Cuando están de mal humor o nos critican en exceso, adjudicamos inmediatamente el asunto a la cuestión menstrual. Siempre. A veces estamos en lo cierto. Y aunque tienen esa cita mensualmente -excepto que haya sucedido un pequeño acontecimiento, bueno, pequeño al principio, después hay que ver como crece-, no suelen admitirlo de buen grado. No. No les gusta. Por lo general asumen que les trastoca un poco el carácter, en mayor o menor medida según el metabolismo, pero que uno, hombre, lo observe aunque lo haga con el máximo cariño y la mejor intención no les vale. No hay sutileza posible:
-¿Te estás por indisponer, mi amor?
-¡Por qué no te vas un poco a la mierda, pelotudo!
Y esa es la confirmación. Está por "bajarle", o "venirle", o como demonios les suene mejor ¡tiene tantos nombres! Período, regla, menstruo, ¡luna!...el tema es que no lo digamos nosotros a menos que podamos exhibir un título de médico, y eso tampoco te sirve si eres "su" hombre.
¡Pero si es algo natural! ¡Es saludable! Solo en sociedades primitivas, hoy, pleno siglo veintiuno, es un tema tabú. ¿A qué viene tanto berrinche, entonces, en medio de nuestra sociedad tan evolucionada y superpoblada de publicidad de tampones y toallitas con alas, con gel, con canales, con desodorante, hasta a la hora del almuerzo? ¿Eh?
Sin embargo, con todo, son días en los que mejor no hablar de dinero, por ejemplo. Mucho menos si la economía doméstica anda un poco floja, vió. Y si se pone a limpiar la casa al estilo Mónica de "Friends", mejor buscarse una actividad, si es que no la había, fuera del hogar. Durante un tiempo prudencial. Lo recomendable: una semana. Pero esta es una opción que no ha traído buenos resultados. Posiblemente, no digo que pase pero podría pasar, la vuelta sea bastante peor que la ida.
Mi mujer suele hacer esfuerzos increíbles con tal de no demostrar cambio alguno ¡como si yo no supiese! -también llevo la cuenta pero como no es muy regular suelo cometer errores-, y lo hace para que nada de lo que diga o haga pase por el tamiz del ciclo menstrual. Me explico: Si me dice que soy un inútil, es por que lo soy. Y punto. O muy bruto, o muy sucio. Pero, ojo, que no hay en sus palabras nada, absolutamente nada, que no sea la más precisa objetividad, ¡qué, bah! ¡no se trata de cuestiones hormonales que puedan estar en ebullición, entre lípidos, prótidos y glúcidos, y ni hablar si la prostaglandina se pone pesada!
Mis hijos, los varones en especial, irresponsables como son, y pícaros, huyen en cuanto ven síntomas de un campo minado. Por lo cual, como corresponde, me quedo solo como un jabalí en un coto de caza. Y es en vano la máxima paciencia de la uno pueda sacar pecho: en algún momento del día, la tarde, o la noche, cometemos un fallo. Seguro. Una respuesta subida de tono, una distracción derivada de la frágil concentración típica de los hombres, como pueden ser: una modelo de la tele que vende algo que no es para nosotros pero está muy buena, una jugada de gol ¡uy, casi, casi...perdón, mientras escribía estaban pasando los goles de...se lo anularon ¡se lo anularon! Bueno...¡ah! sí, la cuestión es que pisamos el palito. La cagamos, en una palabra. Se te cae encima todo lo que a su vez ella estaba conteniéndose de decirte porque no encontraba el resquicio entre tantos algodones que esparcimos por la casa. Y si no, es eso, justamente eso, lo que las saca de quicio. La evidente y exagerada condescendencia, al extremo de convertirnos, nosotros, en un fastidio real y silencioso.
Y ya tenemos la riada a nuestros pies. Aunque sería más preciso decir, en nuestras cabezas. Lo mejor entonces es dejar que todo fluya con naturalidad, sin tener que hacer un curso de yoga, ni nada. Que fluya. Además, tanto para ellas como para nosotros, sus parejas, es cuestión de tiempo nomás. Por si acaso estoy leyendo bastante sobre esa otra etapa que viene después, cómo la llaman...en fín...es la...¡qué increíble el gol que le anularon! tengo que escribir algo de fútbol...¡Hay cada arbitro, por Dios!

viernes, 6 de mayo de 2011

George Clooney y yo, modestamente

De movida tenemos nombres iguales en distinto idioma. El, George. Yo, Jorge. No es poca coincidencia. Soy apenas seís días más viejo que él. Menos de una semana, así que a día de hoy los dos tenemos cincuenta años. Cada uno. Fifty-fifty. El pinta canas -o se las pintan, no importa-. Yo me las pintaba, ya no. El nació en Kentucky, Estados Unidos. Yo, en Buenos Aires, Argentina. En eso tengo un puntito a mi favor pues es la capital de un país. Aunque dudo que me envidie por eso. Su tía se casó con José Ferrer, ganador de un Oscar. Yo tengo un montón de tías. El no pudo cumplir su sueño de ser un jugador de beisbol profesional. Yo jugaba al fútbol, mal, pero tampoco pude llegar a ser profesional. Ni amateur. Su gran éxito llegó en el año noventa con "Urgencias". Yo, monté una editorial de revistas en el noventa y uno que fue un éxito para los que me vendían el papel y para los que me imprimían. Por lo menos hasta que me fui a la quiebra, fue un éxito. En el noventa y cinco, George, llega a protagonizar su primera gran producción cinematográfica: From Dusk Till Dawn. De Tarantino y Robert Rodriguez. En el noventa y cinco fui papá, por tercera vez, de una preciosa niña. Querido Clooney ¡Ahí te jodí! Pero sigamos.
El actuó con Michelle Pfeiffer, Catherine Zeta-Jones y Cate Blanchett, entre otras. Yo no me dedico al cine pero actué con chicas muy bonitas en el teatro del colegio. Cuando iba al colegio, claro. El ni cuenta el dinero que tiene. Yo tampoco. No tengo. El es más bien alto, un metro ochenta. Yo casi, uno sesenta y nueve y medio, casi setenta. La diferencia no es tanta. El es considerado uno de los hombres más apuestos del mundo. ¡Bah! Si yo estuviese en Hollywwod, seguramente también. Pero tranquilo, no pienso ir por allí a fastidiarle la fama a nadie. Cada cual a lo suyo. Vos seguí con la actuación que se te da bárbaro. Yo, perfil bajo.
Una vez me dijo una mujer:
-¿Sabes? Tienes un "aire" a George Clooney...
-Claro-, respondí yo muy ancho -tenemos la misma edad ¡y los dos somos de tauro!
Y como dicen las astrólogas de la tele de trasnoche: "Los astros nunca se equivocan".

jueves, 5 de mayo de 2011

El "viejazo"

No se a quienes se le ocurrió la famosa palabreja para señalar una relación entre dos personas con una marcada diferencia de edad. En principio me parece injusto. También deberían decir "viejaza".¡Mirá a la Demi Moore! o a ¡Diane Keaton! Vamos, que la igualdad no da igual. Pero el término en sí me parece peyorativo. Y hasta cruel. En mi caso particular aún no he experimentado ese impulso que, según cuentan, lleva a una busqueda desesperada por una amante mucho más jóven. Por otra parte no encuentro diferencia entre lo que sentía a los veinticinco viendo a una mujer atractiva de la misma edad y en lo que me llama la atención de ella, hoy, con cincuenta. Es lo mismo. Lo que varía sustancialmente es la respuesta. La de ella. Claro. Una mirada lo dice todo. Como decía al principio, me suena bastante mal la crítica ofensiva, per se, de una pasión amorosa. Ya es digno de admiración que haya quienes, tras años de fracasos, aburrimiento, hastío, frustraciones o simples desengaños -como cantaba Serrat por su Tío Alberto-, puedan vivir un profundo amor por otra persona. Independientemente de la edad de cada uno, y al margen de lo que dure la refriega. La pasión tiene por seña de identidad la inmediatez, lo breve.
Soy testigo de casos de pasión otoñal -o primaveral según se mire-, y sus desenlaces. Dos, en particular. Mi madre. Lleva casi treinta años felizmente casada con un hombre veinte años menor que ella. ¡Qué tal, la vieja...za!
Otro: Mi padre. Treinta y cinco años felizmente casado con una mujer quince años menor. ¡Qué tal, el viejo...zo!
Ya, ya, me dirán que lo del "viejazo", era solo para amores furtivos. "Aventurillas", bah. Pero por algún lado se empieza. Picotear un poco allí, un poco allá, y después...¡Parece que el ´Abu´ va a ser papá de nuevo! No se reían, que como dice la canción: la vida te da sorpresas. Así que con la experiencia de mis progénitores me es imposible tener prejuicios al respecto. Hasta hay casos de amores platónicos muy famosos. El de Jorge L. Borges con María Kodama. Bueno, eso de platónico, no sé. Eso contaban. Vaya uno a saber la verdadera intimidad. Otros decían que eran "amantes desde el intelecto" (¿?). Mirá, si te ama o te admira, o las dos cosas, o si simplemente te alcanza la escupidera, no importa. El amor se nutre y se expresa de forma bastante extravagante, a veces.
Para matrimonios a la antigua el mío. Veinticinco años. No tengo ya, amigos ni parientes -alguno quedará, creo- que vivan aún con la misma persona con la que salían o estaban viviendo cuando me casé. Es más, veo sus fotos en facebook y me digo: pero esa con la que está no es fulana, o ese no es mengano ¿quiénes son? Casi que hasta sus hijos me parecen extraños. Claro, por ahí son los hijos de la nueva pareja.
Cuando alguno de ellos se conecta conmigo me pregunta, como lo más normal del mundo: ¿qué es de la vida de aquella con la que me había casado? (Así, en pasado). Y se quedan cuando les respondo:
-Ahí está, en el dormitorio, leyendo...
Y la conversación se trunca cual si le dijera que me hice hincha de otro club. Se diluye todo interés por saber más. En general me suelen contar con euforia sus nuevos tiempos. Pletóricos de amoríos. En algún caso lo hacen a pesar de recelar de lo buena que se puso su ex. Después de ellos. Una amiga común le escribió a mi mujer relatándole lo feliz y libre que se sentía ahora, tras su separación. Mi esposa me lo contó con un tufillo de envidia. Yo lo percibí pero mejor no dije nada. A mí me pasa lo contrario. Me despierta orgullo, como si fuese el último de los mohicanos o algo así. No me voy a dar por vencido tan facilmente, me digo. Además aún hay brasas ardiendo, pienso.
-El problema es que a veces las brasas de uno no son las mismas de las del otro-, me chicaneó un "amigo", y agregó sin despeinarse: "son rescoldos paralelos".
Bueno, me conformé, mientras ardan en el mismo campamento. Y me puse a ordenar mis papeles con urgencia, los de mis escritos, no sea cosa que alguien necesite avivar un fuego.

martes, 3 de mayo de 2011

De terror

¿Qué nos asustaba de niños? Bueno, para no abundar demasiado, voy a nombrar solo a algunos de los más emblemáticos personajes de nuestros miedos: Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo y uno que no era de película pero atemorizaba más aún, si era posible, por su condición humana, "el hombre de la bolsa". Con ese nos hacían tomar la sopa, por ejemplo. Pero la mayoría eran de cine. Y de cine en blanco y negro -en esa época no teníamos televisión a color en Argentina-, lo que hacía más tenebroso el mundo de aquellos monstruos. Mucho más real e impresionante. No necesitábamos ver el rojo de la sangre para saber que lo era. Y en cantidades discretas, no como ahora que salta un chorro imposible y salpica hasta al vecino de la acera de enfrente.
Mis hijos, videojuegoadictos, cuando ven imágenes de aquellas películas en los ciclos de cine antiguo que dan por la tele, no paran de reirse "¡Qué falso!", exclaman entre carcajadas, observando el torpe aleteo de los murciélagos de goma o los pasos vacilantes de borracho triste del gigantón resucitado -¡Eh! Más respeto con Lon Chaney-. "¿Y eso te daba miedo?", me preguntan jocosos. Claro, y hasta hubiese pegado un respingo de haber visto el "mega tiburón" de una absurda peli de Syfy -uno que salta desde el mar y se engulle un ¡boeing 707!-.
Lo terrible, lo verdaderamente espeluznante, es que luego de haber visto en directo el derrumbe de las torres gemelas, gente cayendo al vacío, dificilmente mis hijos puedan comprender qué nos asustaba de niños. No ya el aciago temor nocturno que nos había inoculado el magnífico Bela Lugosi, con su insuperable vampiro.
¿Qué cosa, hoy, puede asustar más que imaginarse una tranquila tarde de sol en una terracita, cerveza mediante, niños correteando entre las mesas y oir de pronto el rezo breve, murmurado, a nuestras espaldas, de un fanático amarrado a un cinturón de explosivos? Aterrador.
Ya es poco probable que alguien salte de su butaca como sucedía, recuerdo, con el tiburón de Spielberg. Dudoso después del 11-S. Un macabro hito del siglo veintiuno, en parte conjurado hace un par de días en Abottabad, Pakistán. El monstruo que no era de la factoría Hollywood, pero sí de otra cercana nada glamorosa, era humano y por lo tanto vulnerable a las balas. Por suerte. Al menos es lo que nos contó el presidente de la factoría mayor.

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Escéptico? ¿Quién?

Digamos que a los cincuenta nos ha pasado algo más que tiempo, cervezas y tabaco por nuestras precarias existencias. Veamos, por ejemplo, ¿te ha defraudado alguna vez un político? ¿Sí?, bueno, ¿te ha defraudado un artísta? ¿También? y ¿Un sindicalista? ¡Uf! ni hablar. ¿Un comerciante? Con el gesto me basta, sigamos, ¿un deportista? ¿un club? Más, ¿...una mujer? ¡Epa! ¡Qué cara, che! ¿Un gobierno? ¿Y un país?
Y después te dicen que sos un escéptico. La verdad que hay motivos. Si uno lo ve en plan blanco o negro. Pero no es así. No es para tanto. De escepticismo nada. Quizá la cuestión es no tragar tanto. Por ninguna camiseta. Una cosa es transpirarla y otra hacerle el caldo gordo a unos cretinos. Por mi parte, respeto el negocio de cada uno, cada cual tiene derecho a ganarse la vida como puede, lo que pasa es que estoy, simplemente, hasta los mismísimos huevos de:
Los demagogos, los corruptos, los miserables -si quieren cambien el orden y mezclenlos-, los celos, los miedos, la izquierda, el centro, la derecha, los de arriba, los del medio, los de abajo, los obreros, los patrones, los horarios, los intelectuales, los analfabetos, los islamistas, los terroristas, los patriotas, los nacionalistas, los ecologistas, los indigenistas, los cantautores, los rockeros, los raperos, los tangueros, los pajeros, los creyentes, los ateos, los fanáticos, los culturistas, los machistas, las feministas, los sexistas, los taxistas, los banqueros, los ladrones, los poderosos, los debiluchos, los conspiradores, los pacifistas, los paranoicos, los mangantes, los okupas, las tiranías, la policía, la CIA, los mercenarios, los revolucionarios...
Es eso, nada más.

domingo, 1 de mayo de 2011

Entre fantasmas

Sí; suena como aquella serie de televisión americana, que todavía no sé por qué siempre les pasa de todo. los eligen siempre a los yanquis. Desde siempre. Los alienígenas, los zombies, los fantasmas, ¡los terroristas! Todos. Hasta los mejicanos.
En mi caso son fantasmas variopintos pero conocidos. Es decir, no es que hay un espíritu por ahí buscando un alma sensible y ¡saz! habla conmigo. No, no, son todos conocidos. Por lo general parientes y amigos de otra época. Me despierto a veces sobresaltado en la profundidad de la noche oyendo, por ejemplo, los comentarios absurdos de un ya fallecido tío lejano. Aunque en parte sus palabras se relacionan con asuntos actuales de los que él no debería tener ni puta idea. Lo único es que a mí no me pasa como a la "medium" de la otra serie, también americana, cuándo no. En mi casa no se entera nadie. Nadie se despierta. Duermen tan tranquilos. Ni siquiera se los comento por la mañana ¿para qué? seguro me dirán que no coma tal o cual cosa por la noche. O que deje de fumar. Que si no es el motivo de mis pesadillas, no importa. Me va a hacer muy bien de todos modos.
En ocasiones los fantasmas son de gente viva. Y esto sí que me desvela bastante. El gerente del banco, el vecino de enfrente, el de arriba, el propietario del trastero...Pero el peor de todos, el fantasma de los fantasmas es: mi propio fantasma veinticinco años más jóven. Es el más cargoso, una verdadera catarata de reproches, otra que mi esposa! Para contrarrestar su mal rollo, el de mi fantasma, me inventé otro: soy yo pero veinticinco años más viejo. No me costó ponerle rostro, pero sin exagerar para no deprimirme. Así que muchas noches me entretengo viéndolos discutir pavadas y me evito una confrontación directa. Que para eso ya tengo el día, con mi mujer. No pierdo las esperanzas de ver hecho realidad eso del clon humano. Esa sería una gran solución. Seguro que mi mujer entonces va a hacer un clon de ella para ponerlo enfrente del mío. Esto acabo de darme cuenta ahora. No lo había pensado ¡joder! Lo que acarrearía un ruido y una confusión mayor de lo común. Si le hago un feo a su clon por ahí no es el clon y me ligo un sopapo ¿Y si mi clon se pasa de listo? Esto también lo vi en una peli...americana. Le pasaba a Schwarzenegger, un lío tremendo. Y a Homer Simpson, en un capítulo en el que se duplicaba muchas veces.
Lo cual me lleva al comienzo: a los yanquis siempre les pasa de todo. Siempre.