miércoles, 12 de octubre de 2011

DECALOGO MACHO: Qué queremos los hombres, de ellas.

Lo que escribiré a continuación no pretende ser nada original, qué bah, son más bien tópicos pero como lo que abunda no daña, dicen, no está demás si sirve para echar un poco de luz. Por echar algo. Que por ahí van los tiros. Los nuestros. “¡Macho!”, dijo la partera.
Antes de nada, y para entrar de lleno en los puntos esenciales, los hombres queremos que ellas siempre estén disponibles. Ya me entienden, disponibles…Es una cosa primitiva, ya lo sé, pero es lo que hay. Todavía, miles de años después. Como ya lo describí más “largamente” en anteriores entradas: el que manda es “EL”. Con mayúsculas. Si nos quieren tener contentos tienen que darle de tanto en tanto el gusto. Más de tanto que “de tanto en tanto”. Por lo demás estamos para servirlas, siempre y cuando no juegue nuestro equipo favorito, eso es bastante sagrado. Ellas saben ¡y vaya si lo saben! Que para nosotros el sexo es lo primero. Y lo segundo, y lo tercero. Aunque a determinadas edades lo segundo ya es una tarea improbable. Y peligrosa. En fin, he aquí una breve enumeración de -esta vez sí- pretenciosa y secular fantasía masculina, una utopía…tras otra.
PRIMERO: Que no nos recriminen por mear fuera de taza del wáter. Les explico a las que no lo sabían: (ya sé que les da igual las razones, pero a lo mejor pillo a alguna distraída, y le hago un favor a un amigo, o no) Cuando nos levantamos se suele levantar también el mozo, está tenso, y tan atontado como su portador. Lo cual hace muy difícil direccionar con exactitud su desahogo. Y más aún contener la densidad de éste. ¿Han visto las regaderas de los parques? Tienen el grueso del fluido en un sentido bien definido. Visto de lejos es casi perfecto. Pero según nos acercamos vemos que de la boca de salida surge un rocío que nos acaba mojando los pies. Tal cual. En especial de mañana, estando medio dormidos. Y de noche, si estamos medio borrachos. Deberíamos limpiar, y lo haríamos si nos quedara tiempo entre mirarlo, saludarlo, sacudirlo, embolsarlo y desperezarnos aliviados. Como lo que cae al suelo lo pisamos sin darle mucha trascendencia, aunque esté húmedo y nosotros descalzos (siempre hay cierta humedad en el suelo del baño, no sé por qué). Luego posamos nuestras manazas en el lavabo para tratar de reconocernos en el espejo, nos restregamos los ojos, bostezamos o eructamos, o ambas cosas, nos rascamos el culo, nos picamos la nariz para quitar algún moco molesto y finalmente abrimos el grifo y nos lavamos las manos. Lo primero que pensamos es que tenemos que afeitarnos. Y esa obligación ya nos pone de mal humor.
Ya ven, mujeres, que lo nuestro no es fácil.
De los momentos posteriores a la mañana, o anteriores a la borrachera nocturna, no se me ha ocurrido ningún pretexto. Pero, tranquilas, que lo hay, seguro, siempre…ya pensaré en algo. Esto es solo una síntesis, eh, que no pretendo escribir una enciclopedia, faltaba más.
SEGUNDO: Queremos que se vistan “sexis” en casa. Y que salgan a la calle, aunque tengan que llevar sus currículos a la “Stándard Oil”, como si estuviesen en casa, no “sexis” si no más bien lo contrario y si le agregan ese rictus de odio que se les queda después de haber visto la taza del wáter, mejor. Mucho mejor.
TERCERO: Que no nos acosen con reproches justo en el momento en el que juega nuestro equipo favorito. Es de cajón, para apostar y no perder, que siempre que estamos subyugados por un jugadón que puede acabar en gol, en vez de ver de cerca las piernas que llevan el balón, nos sorprenden las piernas –bonitas, sí muy bonitas- de ellas, entre nosotros y la pantalla de la televisión. Y sus voces: “¡Desde mañana el baño lo limpias tú!”.
Y no les basta que le digamos “sí, sí”, instintivamente mientras manoteamos el aire sugiriéndoles que se aparten, o que inclinemos nuestras cabezas buscando un hueco, no. Ellas, brazos en jarra nos clavaran sus miradas para que las miremos a los ojos, para asegurarse que les prestamos verdadera atención. Es en ese preciso momento en el que escuchamos: “¡Gooooool!” . Y como no veíamos, no sabemos si es a favor o en contra. Ahí, ellas sí giran sus cabezas y miran. Y dejándonos como un estropajo nos dicen, yéndose satisfechas: “Después lo repiten en las noticias”. ¡Pero no es lo mismo! Esto está en directo. Y nos lo perdimos.
ANEXO AL PUNTO SEGUNDO: Sí, queremos que se vistan “sexis” cuando salen…con nosotros.
Por eso:
CUARTO: Que no nos pregunten cien veces: “¿Estoy bien así?”. Nunca vamos a coincidir. Ellas esperan a que les demos una respuesta desde un punto de vista femenino ¡pero si tuviésemos ese punto de vista tan pronunciado seríamos gays! Ellas están pensando en detalles que verán o presumen que verán otras congéneres, aparte de los hombres, pero por sobre todo la “competencia”. Y en eso no tenemos la más pálida idea.
Ellas realizan una carambola con sus pensamientos, más o menos así: piensan qué pensará fulana que piensa zutano que vino con mengana, cuando me mira el escote. Por ejemplo. Y hasta “qué piensa fulana…” la seguimos, luego, imposible. Porque a no confundirse, amigos: ellas piensan “en” nosotros, no lo piensan “como” nosotros. Y la diferencia es esta: los hombres exhibimos un “trofeo”, mientras que ellas imaginan una galería y en la galería el reflejo de sus siluetas en los cristales de los escaparates donde se exhiben trofeos, y comparan mentalmente las otras siluetas reflejadas y el brillo de los ojos de los hombres que buscan los escotes, sin dejar, ellas, de comparar otros escotes y criticar los “trofeos” exhibidos por marmotas como uno. ¿A qué es complicado? ¿A qué marea un poco? Yo tampoco sé cómo lo hacen, pero lo hacen.
QUINTO: Que estén siempre “disponibles”…¿Qué ya lo dije?...bueno, entonces…corrijo:
QUINTO: Que no nos pidan que hagamos orden y/o limpieza “como ellas”. Para nosotros lo que no se ve, no se ve. Por ejemplo, la parte de atrás de los libros en las estanterías. O la parte superior de los libros en los estantes más altos ¿quién mira ahí? Nadie. Salvo que saquemos uno no lo notamos. Y si tiene un poco de polvo, con soplar, asunto arreglado. Con las sábanas lo mismo ¿quién se da cuenta que no están bien tendidas? Ni siquiera uno al acostarse nota la diferencia, ¿no? Bueno, ellas sí. Aunque las arrugas estén de “nuestro” lado. Uno se entera que ellas lo saben cuando comienzan a tironear de un modo nervioso por debajo de la almohada, la nuestra. Y en el momento en el que empezábamos a quedarnos dormidos.
El baño ¡santuario si los hay! ¿Limpiarlo? Claro, por qué no. Alguna vez, por supuesto. Pero el remedio es peor que la enfermedad. Una cosa es que te digan: “¡Mañana el baño lo limpias tú!”, y otra, muy distinta: “¿Y el espejo? ¿No le has pasado el limpiacristales nuevo que compré? ¿Cómo que no sabes dónde está? Está ahí, junto a los productos de limpieza ¿Cómo que cuál es? ¿Eres tonto? ¡El que dice limpiacristales!”.
Ni habíamos mirado, la verdad.
“¿Y la taza del wáter?”. Ya estamos de nuevo. “¿Para qué tenemos ese trapo, con los guantes de goma..? ¡Ay! La bañera llena de pelos…”
-He pasado la fregona…-, alegamos tímidamente.
“¿La fregona? Pero si es que no has barrido antes (¡Ups! Había que barrer)…¿Le has echado desinfectante al agua, por lo menos?”. No, no, se lo echamos. Así que finalmente llega la eterna frase: “¡Para limpiar “así” mejor no hubieses hecho nada!”.
Exacto. Si de eso hablaba yo.
Pero entonces vienen otras tareas, puesto que en las anteriores demostramos nuestra estupenda inutilidad.
-El grifo pierde…a ver cuándo lo arreglas…
Ese “a ver” es ya.
Y nosotros: “¿Qué grifo?”. Ah, ése…
Una gotita de mierda que no molesta a nadie. Solo a ellas.
-Mira la marca que ha hecho en el costado del fregadero…-, dramatizan. Y lo hacen a las mil maravillas.
¿Qué “marca”? Uno la verdad que no ve nada. Pero seguro que está “marcado”. Si lo dice así.
A buscar la llave inglesa…y toda la caja de herramientas, porque nunca se sabe. Además, si no la montamos bien grande no estamos tranquilos. Ahí sacamos pecho, a lo macho, cuando empezamos a desparramar toda clase de artilugios metálicos. Y sucios. Entonces nos advierten:
-Después limpias todo eso, eh…y no apoyes esas “cosas” en la encimera, ponlas en el suelo…
Es que nos quedan lejos, si nos falta algo tenemos que estar agachándonos todo el tiempo. No, no lo entienden.
-…y pon un plástico debajo.
¿Y de dónde saco yo un plástico ahora? Pensamos mirando a todos lados, desorientados.
Y ellas saben que ya nos han puesto en aprietos. Creo que lo disfrutan. Entonces, sacudiendo la cabeza con fastidio, nos dan un hule todo dobladito que guardaban en un cajón de la cocina que no sabíamos que existía. El cajón. Ni el hule tampoco.
-Usa esto…
Sentimos que el tiempo se nos va, inútilmente. Podíamos haber estado haciendo nada, que es lo que mejor se nos da, aún con el eco de unos rezongos a nuestro alrededor. Y se nos seguirá yendo el tiempo, luego, reordenando el desorden que organizamos, dejando huellas de dedos por cantidad de sitios que serán pasto de futuras reclamaciones. ¡Vaya uno a saber qué productos usarán ellas para quitar esas marquitas en tan variadas superficies! Si cuando ya aprendimos que el embase de “etiqueta verde” servía para limpiar “única y exclusivamente, y con un chorrito así, ves…” el lavabo ¡Saz! Ya compraron otro de “etiqueta azul” y pico encorvado: “Este es igual que el de “etiqueta amarilla” que compré el mes pasado, y es diez céntimos más barato ¿sabes?..”. Ajá. “…y si le echas menos, así, dos gotitas, rinde lo mismo, ves…”. Ajá. “El de los muebles es este, ves que dice para madera…”. Ajá. “…no uses el de “etiqueta roja” porque le quita brillo, déjalo para los estantes, los de ahí arriba, de los libros…”. Ajá, así que “ahí” sí, ajá. Yo creo que intuyen que toda esa información que nos dan es gastar pólvora en chimangos. Es más, estoy convencido de que se lo repiten para ellas mismas, es una gimnasia mental. Es el modo en que mantienen ágil y lubricado el laberinto físico y virtual de sus cerebros. Esa inmensa autopista por donde circulan a altísima velocidad infinidad de vehículos cargados de notas de los niños, facturas nuestras, toneladas de comestibles, miríadas de productos de limpieza, sus precios, las caras de las cajeras de los supermercados, y la gotera del grifo, y la marca que dejó la gotera…y la taza del wáter…y el universo…
¿Cómo no les va doler la cabeza? Claro. A quién no. Bueno, a nosotros no.
Y eso parece ser el motivo, creo, ahora que lo pienso, de llegar tan agotadas al final del día….¡Justo cuando por fin las tenemos a mano!…¡disponibles! Solo faltaría que además estuviesen dispuestas, y eso ya sería la bomba.
Que sin lugar a dudas es lo que más queremos los hombres. De ellas.

viernes, 7 de octubre de 2011

El tiempo, la empleada pública, el tren y el chucho

Tengo cincuenta tacos, o pirulos. Como prefieran. Son años. Todos. Llevo en esta vida unos dieciocho mil cuatrocientos treinta días. Más o menos. Con sus respectivas noches, claro, lo que sumado sería algo así como treinta y seis mil ochocientos sesenta momentos diurnos y nocturnos. Sin contar las mañanas y las tardes. Que ellas también cuentan, por supuesto. Si las matemáticas no me fallan, en horas, la suma sería la siguiente, a ver: cuatrocientos treinta y ocho mil, minutos más, menos. Y en esto no van los nueve meses que me los pasé buceando. Que hay que tener agallas.
Ahora digo yo, después de semejantes cifras, por qué le tengo que aguantar la cara de culo a la empleada de turno de una oficina pública, en la que he gastado ingentes cantidades de esos números en proveerla de nómina y café, ¿eh? ¿Eeeeh?
A ver que alguien me lo explique. Que igual no me interesa que me expliquen nada. ¡Quiero que me atiendan con una mínima cortesía! Al menos que me presten atención, y no que esté atenta a sus teléfonos y/o su reloj, o a los gestos del coleguita de la otra mesa. Si espera a que llegue Brad Pitt para dar un trato amable, va frita. Ese no va ni a su propio escritorio a mirar los extractos de sus cuentas bancarias. ¿Se imaginan al personaje metiendo su libreta de debito en el cajero automático de la esquina? No, ¿no? Imposible. Yo me he imaginado a Demi Moore, en un par de ocasiones haciendo cola en mi sucursal bancaria. No les recomiendo ese ejercicio. Ni para hacer tiempo, mental. La sorpresa siempre es ingrata, se los aseguro. Un solo giro de cabeza de la imaginada, y del paraíso al infierno en un abrir y cerrar de ojos. Y a veces mejor dejarlos cerrados unos segundos hasta oír que los pasos se alejan. Lejos.
Es como cuando te subes al autobus, o al avión. O al tren y te ilusionas pensando que te va a tocar compartir ese largo viaje con una simpática modelo a la cual, casualmente, acaba de abandonar su novio. O que busca uno diferente a los del mundo de las pasarelas, el lujo, el glamour, la riqueza, la belleza…En fin busca a alguien simple, como uno, bah! Pero no, ahí viene esa inmensa mujer, cargada de bolsos, buscando su número de asiento, resoplando malhumorada; y uno empieza a murmurar para sus adentros, sin dejar de mirarla, como si pudiésemos hipnotizarla: “Aquí no. Aquí no. Aquí no”. Y a medida que se acerca cambiamos del conjuro al rezo: “Que no sea aquí. Que no sea aquí, que no sea aquí”. Cuando por fin la vemos pasar de largo suspiramos profundamente. Justo en ese momento, la que no vimos venir, porque venía de atrás, se agacha sonriente a ver el numerito sobre nuestras cabezas: “Es este”, susurra satisfecha. La anciana acomoda primero la cajita del perro sobre el asiento, y con el chucho en brazos, cual bebé, nos mira pidiéndonos socorro para que le subamos sus bolsos al portamaletas. Lo primero que se nos ocurre es preguntarle si va muy lejos, como si fuese un autobús que para en cada esquina. Madrid-Valencia, horas y horas. Sin paradas. Ni una.
Debería llevar el animalito en la caja, pero eso no sucederá. No lo va a hacer, no. Cómo va a hacer sufrir al pichicho. Más cuando otros, en asientos alejados, le hacen gestos de “qué lindo el perrito”. Una trae a su hija desde la otra punta del vagón y se lo enseña “mira qué bonito, y va a viajar con nosotras…ves, él no llora, se porta bien”. No el que llora soy yo. Por dentro. Y a lágrima viva cuando a los cinco minutos de ponerse en marcha el tren, la tipa comienza a sacar con dificultad de un bolso que parece una muñeca rusa, toda una parafernalia indescriptible de cacharritos y bolsitas de comida para ella y para el peluche malcriado. Y el asunto ahora, además, comienza a oler peor. Cuánto más nos arrinconamos contra la ventanilla, más espacio cedemos. Y lo ocupan. Casi que nos arrepentimos de haberle echado el maleficio a la gorda que pasó de largo. Hasta fantaseamos con que hubiese sido una agradable compañera de viaje. Ya la añoramos. Por lo menos era una sola “cosa”. Un consejo: ni se les ocurra tratar de caerle simpático al chucho. Misión imposible. Vamos a ver sus dientes durante toda la travesía, aunque su dueña se empeñe en explicarnos que lo que lo pone mal es el encierro. “El que se siente encerrado soy yo, señora-, me dan ganas de decirle, -pero me las aguanto”. Y así te pasas todo el camino, levantando la cabeza para ver si alguien se arrojó del tren y dejó un asiento libre para poder mudarnos de sitio, aunque sea pasillo. O en el pasillo mismo, si nos dejasen.
Lo único positivo es que no tienes que reprimirte. Si has ingerido un desayuno beligerante, o bebiste varias gaseosas, nada de contener hasta el límite ese deambular incesante de burbujas intestinales. Disimuladamente te relajas y dejas fluir. ¿Quién ha sido? El peludo y pulguiento polizonte, que ahora nos olfatea con más mala leche. Si su propietaria te pone fea cara, que se aguante también. Para el resto del pasaje: fue el chucho o su dueña, o ambos. Igual que con la empleada de la oficina pública. Que el resto del personal dude si fuiste tú, o ella. Con tantos cafés que bebe y tanto tiempo sentada. ¡Ahora tienes motivos para estar de mal humor, joder!

jueves, 6 de octubre de 2011

LOS y LAS EX en FACEBOOK: DIALOGOS

-Me he quitado a todos los “amigos” del infeliz de mi facebook…me quedaron pocos pero para lo que me interesa saber de “ellos”…
-¿También a su primo Antonio? Es un chico tan bueno. Igual que el tío Gregorio…o María Pilar, la hija del cuñado…
-¡No! Que a ellos no. Antoñito es un amor, me llama siempre, sabes…y el Gregorio lo mismo ¡hasta se ofreció para cuidar a la niña!
-Entonces se van a enterar de todo…
-¿Quiénes?
-Y…pues todos…si los tienes tú, y a su vez los tienen los demás…
-¿Así?
-¡Claro!
-Bueno, pues los quito a todos y se acabó…
-¡Eh! A mí no, que soy tu hermana…
EL DILEMA: ¿Me creo un perfil nuevo con otro nombre? ¿Me paso a la clandestinidad? ¿Y si el otro/otra hace lo mismo? ¿Cómo me entero en lo qué anda?
-No escribo más y listo…desde ahora solo voy a leer, y a mirar ¿se darán cuenta si entro en sus muros?
-Creo que no, Carmen, pero para eso date de baja de tu página…
-Me parece un poco fuerte ¿no te parece? ¿Por qué “yo”? ¡No, no! Si quieren verme que lo hagan, allá “ellos” ¡Me voy a sacar unas fotos en pelotas y vas a ver cómo se van solitos!
-¿Irse? ¡Juá! No tienes ni idea, corazón, ¡Y a ver si no te quitan la custodia de la nena! No hagas locuras, quieres..
ERROR: Todo lo que uno cree que generará rechazo, seguro, genera morbo, ergo: audiencia; ergo: humillación; ergo: furia; ergo…

RASTREOS Y ARRASTRES

(Diálogo entre amigos en la oficina)
-¿Sabes que Fernando se separó?
-¡Qué me cuentas! Parecían una pareja tan sólida…
-No creas, yo la venía siguiendo a Norma en el Face…y en el chat ¡Y qué casualidad que siempre que estaba Felipe estaba ella!
-¿Qué Felipe?
-Felipe, ese alto que estaba en el casamiento de Manu…ahí ya los vi medio enrollados…
-Tú dices Manu, el que jugó el partido que perdimos seis a cero…
-Claro, hombre, que jugó de lateral izquierdo ¿te acuerdas? Lo único bueno era que metía miedo cuando iba al cruce…aunque no paraba a nadie…
-¡Ah! Sí, si ya me acuerdo…¿Y Norma lo dejó por ese tipo?
-Yo qué sé…pero entrase a la hora que entrase siempre estaban conectados los dos, me entiendes…
-O sea que la mujer de Manu…está libre…
-No, que te has confundido: te hablo de Norma, la tetona, a ver si con eso te guías mejor, y de Felipe, el larguirucho que parecía Gasol…
-Ah, Felipe…
-Sí, que sí, se llama Felipe y…¡Epa! ¿No me digas que te gusta Rocío?
-¿Quién?
-Vamos, “quién”, la mujer de Manu…seguro que has visto las fotos nuevas de la pelirroja…
-¿Entonces no está separada?
-¡Si se casaron el año pasado! Si se entera Manu ¡te mata!
-Todo lo que quieras, pero si cuelga “esas” fotos algo estará “buscando”, ¿no?
-¿Tú no sabes que las mujeres compiten entre ellas más que nosotros en el fútbol?
-Sí, sí, pero “ese” tanga...bueno, bueno…

(Diálogo entre amigas en la puerta de un ministerio)

-Juanca me ha vuelto a poner “me gusta”…cada cosa que cuelgo en el muro me pone algún comentario…cosas cortitas…o que le gusta ¡qué dulce!
-Está casado.
-Ya lo sé ¿Y?...además estuve mirando en sus álbumes de fotos y no he visto ni una de “ella”…quién sabe…
-Yo. Yo sé…lo que no sabía era que te gustase tanto…
-Es un tipo muy divertido ¡y tiene un cuerpazo!
-¡Ay, ay, Rosita!
-Qué, si es la verdad ¿a qué está bueno?
-Sí, pero está casado…
-Estará muy casado pero siempre me envía “recaditos”…yo también estaba casada y aquí me ves…
-Pero es diferente…los hombres no se “descasan” ¡hay que echarlos a patadas…como hice yo! Si es por ellos te puedes encontrar otra tipa en la cama como si nada, te terminas haciendo amiga, entonces trae otra, y luego otra…no les importa el color, la altura, el olor…recién cuando se cae de la cama por que ya no hay sitio, se entera que la ha cagado, y aún así, hay que agarrarlo entre todas ¡y a la puta calle!
-¡Ay, mira que eres exagerada! Mi ex se fue solo…y hasta me dejó todo, ni un grito, nada…es cierto que le dije que dónde lo pillara metiéndome los cuernos me iba a olvidar que soy policía y le iba meter un par de tiros entre las piernas para que se entere…pero nada más.
-Lo mismo le dije a José, pero una no es como “ellos”, y más cuando hay niños de por medio, sabes…eso sí, él sabe muy bien que el día que no me deposite la mensualidad le caigo con toda la comisaría…¡y se va a enterar!

ELLAS y ELLOS al acecho

-Estuve mirando a las “amigas” de Enrique…
-¿Y?
-Hay dos a las que les mande la solicitud de “amistad”…que de tipas buenas que “tiene” el hijo de puta…
-¡Ojo! No la vas a liar con Quique.
-¿Porqué liar? ¿Qué tiene de malo querer tener más “amigas” en el Face..? El le envío a una “amiga” mía y se terminaron enrollando…así que ahora yo voy a por “sus amigas”…hay una a la que ya le he echado el ojo…
-¿Así? ¿Quién? ¿La conozco?
-A una tal “Mariluz”…no sé si es el nombre verdadero, vi sus fotos, aunque tiene muy pocas…¿de qué te ríes?
-¿Una morena?
-¿Qué, la tienes tú también? Yo no la he visto…bueno así de pasada, no es que espíe tus contactos, sabes…
-Son fotos de una modelo filipina…
-¿Es filipina?
-No, macho, que “las fotos” son de una modelo filipina…la vi en internet…la “Mariluz” no es así, la conozco de la discoteca, y en lo único que se parece a la modelo es en el blanco de los ojos, y eso antes de medianoche, luego los tiene como los de las vampiras de las pelis…
-Bueno, por lo menos es mujer, ¿No?
-….
-¿No?

EL ARMARIO DE FACEBOOK

-¿Qué te apuestas a que Juan Fran es gay?
-¿Juan Fran? ¡Qué dices! Si se va a casar en diciembre, y vieras la que tienen montada en el pueblo de ella. Claro, los padres de la chica son dueños de casi todo, el párroco es su tío…
-No me has escuchado ¿qué te apuestas a que es gay?
-¿Y tú? ¿Acabas de oír lo que te he contado? Parece que no…
-¿Quieres pruebas? Escucha…escucha: ¿Has visto las fotos de sus álbumes de Facebook? ¿No? Si es que tú eres un renegado de internet…pues yo no, y me encanta el cotilleo: Ese tío está pidiendo a gritos que lo saquen del armario. No solo las fotos ¡los comentarios! Tú no has visto los vídeos que cuelga ¿y los enlaces?: Es gay
-Mira, no entiendo ni media palabra de lo que dices…pero es cierto que tiene una actitud, unos modos…
-¿Sabes cuántas “amigas” tiene en su página? Yo las conté: Doce. A cinco las conocemos del gimnasio, son gays. Dos son pareja. Las otras siete mujeres son, a saber: Su madre, por supuesto; su tía Camila; su hermana, Beatriz, claro; las primas: Ester y la otra no sé cómo se llama, además es parca como una mula; su “novia” y ¡Lady Gaga! Anda si no es gay…
-¿A Lady Gaga?
-Sí, bueno, el club de fans, a ella no, claro. ¿Sabes cuántos “amigos”, tíos, tiene? ¡Ciento treinta y seis! Y entre ellos el fan club de Enrique Iglesias, el de Sean Hayes, el de George Michael, el de Neil Patrick Harris…y a ti, y a mí, y a los chicos del gimnasio en pleno…
-Pobre la niña, va a ser un escándalo para ella si se enteran en el pueblo…
-¿Y Tú te crees que ella no sabe nada? También la he “investigado” en su Face, ayer, por que hasta ahora no quería darme la “amistad”…
-¡Eres un cotilla! ¡Eso no se hace! Está muy, pero que muy mal…bueno, y ya que lo has hecho ¿qué? Ahora no me dejes con la espina, cuenta…
-Están hechos el uno para el otro…
-¿Cómo?
-Es lo mismo pero al revés, eso sí, ella también tiene a Lady Gaga.

domingo, 2 de octubre de 2011

LOS y LAS EX en FACEBOOK, una sana competencia

Una sana competencia aquella en la que se entreveran las ex parejas. Y digo sana, porque lo es, sin duda. Hay que ver la cantidad de dietas y horas de gimnasia que se desatan luego de una ruptura sentimental y/o matrimonial. La cantidad de tintura y pintura que se vende puede ser apoteósica. Cuando es sana, por que quieras o no una nueva puesta a punto siempre sienta bien aunque más no sea para refregársela en la cara, facebook mediante, al o la ex. Con el pretexto de que “cuelgo unas fotitos nuevas para que las vea la prima Hortencia que vive en los Valles Calchaquíes”, le damos un saludito insidioso a quien, seguro, nos está fisgoneando con morbo desde algún recóndito paraje. Le mostramos nuestra actual “lozanía” y de paso…la última “conquista”. Que a veces es realmente la “última”.
Ellas no se quedan atrás, es más, suelen ir por delante. Porque a constancia no les gana nadie. No se les olvida ni una coma, y como si fuera poco, son consecuentes.
Es una revancha milenaria, la de estos tiempos. Antes, los hombres se paseaban muy orondos con sus “queridas”, ante la mirada por lo menos cómplice de unas sociedades encorsetadas en prejuicios y represiones de una moral diseñado por el puño masculino –sí, parecidas al del mundo árabe actual, y oriental no uruguayo-. Eso ha cambiado en occidente, al menos en buena parte de él, gracias a internet, primero; y facebook, después. Las comunicaciones han revolucionado todo abriendo una puerta a la “dimensión desconocida”. Más desconocida para nosotros, los hombres. Las mujeres capturaron las nuevas tecnologías con menos rapidez, pero con sutileza ya nos sacaron varios cuerpos. Son más detallistas, más observadoras…y más tenaces, aparte de sagacidad y…
Nosotros no. Seguimos a nuestra bola con la torpeza que nos caracteriza, mecidos por la supuesta impunidad de “macho”, a la antigua. Así pues exhibimos nuestras vergüenzas por toda la red, sacando pecho como el gorila de lomo plateado de la película “Congo”. Y ahí está la foto: un tipo maduro, y más que maduro, abrazado “enamoradísimo” a un putón con el maquillaje corrido, para demostrar que hubo refriega; o sino “acaramelados” con una cría de igual cantidad de neuronas que las del primate en celo, uno. Y tan felices. Que al fin y al cabo se trata de eso. Lo que decía antes: Un deporte sano. Claro que a esas fotos también las ven los hijos, si los hay. Pero eso no importa. Al contrario, todos están informados de todo. Y ellos, los jóvenes, son más parte de este tiempo que nosotros. Mientras sea para bien, lo demás es anecdótico. Otra cosa buena es que se evita mezclar, justamente, a los hijos en temas que no les incumben, no demasiado. Ya no les preguntan, por ejemplo:
-¿Has visto a tu padre? ¿Qué es de la vida de ese desgraciado que todavía no pasó la mensualidad, y no contesta al teléfono?
No; ahora tienes Facebook. Está a la última con tu ex. Si ves fotitos de playa, ya sabes que va a ser difícil que con lo que gana aún le quede para pasarte ni un billete. Sobre todo a juzgar por la cara del putón: el que pone el dinero es él. A menos que trabaje de “chulo”. Y si está con la cría, a no ser que la chica les robe dinero a sus padres…
Y el tipo:
-“Esta” se retocó con el photoshop ¡si no tenía “esas” tetas! ¡Ni “esa” cintura”! ¿No será que cuando me dijo que se iba un mes a casa de su tía Renata, en realidad se fue a hacer una liposucción? ¿Con qué guita? No creo que el “macho” que está en la foto tenga un céntimo…aunque en la otra foto está sentado en una coupé…seguro que no es de él…(luego de unos minutos de mirar el canalón en el escote de su ex) ¡No, no tenía “esas” tetas!
Y ella: (mirando la foto de su ex con otra)
-¡”Esa” se hace la pendeja pero debe andar por los cuarenta…Humm, qué lindos aritos…seguro son “regalitos” del idiota…no creo, nunca tuvo buen gusto…no, los eligió ella y el baboso fue y pagó…¡Y después dice que no tiene dinero para los libros de los chicos!
Eso sí, la criticona luce, en su perfil, la cadenita de oro que le obsequió “su” conquista. Por eso sabe. Pero una cosa no quita la otra. ¿No?
Los niveles de promiscuidad rozan lo obsceno, con un mira cómo estoy, mira lo que tengo. Es un desafío constante, sin respiro. El problema es cuando escasean los recursos: si te cortan internet por falta de pago ¡Qué horror! Al locutorio de la esquina a seguir espiando.
-Tengo que ver si continúa con fulano…
Y si continúa qué. Además, seguro que continúa.
Y las “hinchadas” de uno y otro bando sin perder capítulo. Es una novela en tiempo real que está siendo observada por todos los conocidos viejos y nuevos de la ex pareja. Ninguno de ambos “competidores” quiere dejar por el camino a un “amigo”, de los que figuran en facebook. Aunque se trate de un verdadero amigo de la infancia del otro, con quien nunca cruzamos ni media palabra, pero como todos solicitan “amistad” con todos, ahí está, un cretino, con cara de cretino que no para de publicar pavadas y de darle “al me gusta” a cada foto del ex en la que parece se estuviera apareando con algo, o alguien…
Y los amigos:
-Mira qué linda la “nueva” de Paquito…buen culo, eh…¡y qué joven!
-Psss, sí, podría ser la nieta…El que es muy buen mozo, y se nota que es un “hombre”, es la pareja de Normita…¡Y qué ojos! Bien azules…
-¿A sí? ¿Ha puesto fotos nuevas? A ver…Huy, tiene una cara de bobo…a “ese” lo único que le importa es echarse unos polvos…
-¿Y tú qué sabes? Serás…Seguro que a “tu amigo” le interesan los conocimientos de literatura de esa pendeja…já, já…
-Por lo que vi en el perfil de ella, parece que es profesora de filosofía, así que de literatura sabe…
-El que no sabe nada de nada es Paquito, bobo, que ni te enteras de lo que digo…¿Cómo te gustaría a ti estar en su lugar, no?
-¿A mí? ¿A mí..? Noooo…

Esta historia continuará…

sábado, 1 de octubre de 2011

OBSEXIONES: Eiffel, la más grande

Hay gente que me ha dicho, a raíz de las últimas publicaciones –“entradas”, para decirlo con propiedad-, que éstas son una tontería. También hubo quienes las elogiaron. Pero lo más llamativo, para mí, es que unos y otros las han leído. Muchos de los cuales no leían ninguna de mis “sesudas reflexiones”. ¿Por qué será, no? Es, al fin, lo que aquel productor televisivo que mencioné en la primera “obsexiones”, declaraba a un periódico: el sexo tiene mucho rating. ¡Vaya descubrimiento!
Te puede gustar tal o cual música; tal o cual género literario; tal película, paisaje, mueble, inmueble, religión, ideología, yerba –pensaba en la yerba mate, pero ustedes elijan la que quieran, da igual-; tal o cual vino, comida…lo que sea: sin sexo todo sabe a poco. Y no me refiero solo al sexo explicito que en sí es bastante limitado –para los que somos “normalitos”-, sino al más vasto: el imaginario. El del deseo. ¿Qué sería del psicoanálisis sin el sexo? ¿Eh?
Por no hablar de las putas, oficio antiguo si los hay. Toda una tradición. Otra que los toros. Cuántos se han tragado unas buenas criadillas de toro con la vana ilusión de ingerir el gran elixir afrodisiaco. Y lo de afro me lleva a otra “larga” fantasía, tanto masculina como femenina. Muchas y muchos salieron defraudados del cine después de ver “Africa mía”. Sí, lo mismo que contaba ese cómico con lo de Clint Eastwood y los “Puentes de Madison”. Siempre parece una tontería pero a los hechos me remito. La fantasía no sabe de límites. Si no sería…una realidad. La cuestión es que a la leyenda –y no tan leyenda- de las enormes protuberancias genitales de los machos africanos, de raza negra para más datos, humanos, claro. Se suma la de las nalgas de las mujeres de la zona, turgentes, sólidas, resistentes a la celulitis y a otras afecciones más o menos comunes entre las mujeres occidentales, blancas, como ¿la flacidez? Bueno, pero este no era el punto. Pretendía hablar de los mitos –y no tan mitos- que no dejamos de mencionar durante al menos un par de horas al día, todos los días. No dos horas seguidas, aunque a veces sí. Si no intermitentemente con frases más o menos así: “Se hizo la picha un lío”. ¿Qué significa esto? ¿Qué la tenía tan larga que se le ha hecho un nudo? O “Ese negro tiene tres piernas” ¡Epa! Y si tiene qué. Es su problema. Qué es eso de meternos en la intimidad de los demás. El tema es nombrar, aún sin nombrarlo, el defecto o la virtud según los centímetros. Algunos pensarán que esto sucede en ámbitos de cretinos y maleantes. No, no, qué bah. Pasa en todas las clases sociales. En sectores más cultos disimulan mejor y hasta usan palabras extravagantes, pero les aseguro que la dedicación es la misma.
Si se le consulta a una mujer, de cualquier estrato social, sobre el tema, seguro dirá lo siguiente:
-¡No! El tamaño no importa, ese es un mito de ustedes, los hombres…Nosotras con unos buenos mimos, una buena conversación, una buena actitud, unos bombones o flores…
Bla, bla, bla, bla, bla, bla, y más bla, bla, bla…
La verdad es que si además rematas la noche –o el día-, después de un romántico paseo, y una buena conversación, y una buena actitud, y bombones y/o flores, con una “generosa” sorpresa, no te van a decir:
-¡No te hubieses molestado! Con las rabas a la romana y el vinito blanco era suficiente…
Para ser honestos, ellas tienen mucha razón en una cosa: nadie se enamora de un fragmento de otra persona. Aunque en algunos el fragmento pueda llevar un buen porcentaje del total. Me entienden. Y además hay otro factor. Uno común a todos, y a todas. Sí, el dinero. Pequeño gran detalle. Es un comodín que “estira” las propiedades de las que nos dotó la madre naturaleza, aunque solo sea de un modo semántico. Que no seméntico como les gustaría a tantos. Y por eso me he informado para relatarles la siguiente anécdota:
Se dice en ciertos libros biográficos –de unos biógrafos muy meticulosos, pero poco fiables, la verdad-, que el señor Eiffel, el de la torre de Paris, “sufría de un complejo de inferioridad por la notable –palabra contradictoria para su descripción, pero así lo apuntó un tal Francois Dummond o Drummond, porque hay dos libros similares en los que varía el apellido, aunque en ambos se lo cita como biógrafo- delgadez de su pene, amén de conciso”. O sea que la tenía re chiquita el tal Eiffel. Para resumir el extenso y profuso texto, colmado de abundantes detalles a cual más intrascendente, el hombre, luego de construir su legendaria obra metálica, vivió sus horas más felices rodeado de gente que le sobaba el oído con este halago: “La tuya es la más grande”. Y lo fue. Y aún mucho después de su muerte. Cosa verdaderamente insólita. Pero como decía Woody Allen: “los records están para ser superados”. Entonces un tal Van Alen, que no tiene nada que ver con Van Halen y el heavy metal, construyó el edificio Chrysler en Manhattan. Por un año, lo que duró su nueva marca, la tuvo más grande que el resto. Hay gente para la cual lo único importante es el tamaño.
En lo que a mí respecta, espero que esta “entrada” no le duela a nadie. Y que no pase inadvertida, porque eso sí que duele.